martes, 2 de septiembre de 2014

Barruntos

2.09.14
Hace tanto que no vomito aquí mis pensamientos que hasta me ha dado pudor abrir este rincón y comenzar a expulsar lo que siento.

A ver cómo lo explico, que no es que no pueda, sino que son tantas y tantas las ideas y sentimientos que manan de mi alma que no sé siquiera por dónde empezar. Bueno, sí lo sé, por las cosas que nunca te diré y que es muy probable que ni leas en esta esquina oscura donde me escondo para poder soltar aquello que no soy capaz de decirte a la cara. Qué valiente yo...

Es obvio que me encantas, te lo he dicho cientos y cientos de veces, aunque no de la manera que aquel día te dije que iba a respetarte por encima de todo. Pero me quema por dentro lo que pienso, que no es lo que quiero, por otro lado. Todo esto me causa una madeja de barruntos en mi cabeza que, como ves, no soy capaz ni de expresar.

No quiero dejar un texto poético como en otras ocasiones. De lo que trato con estas letras es de desenmarañar toda esa bola que no hace más que dar vueltas y vueltas en mi cabeza. En ocasiones, me parece que estoy montada en una montaña rusa que va a gran velocidad y me pone del derecho y del revés, subiendo y bajando pendientes como si estuviera en una contrarreloj. En otras, me sumo en la negatividad más absoluta sin pensar siquiera en lo real, aunque, afortunadamente, éstas son las menos.

Sé lo que quiero, ser feliz a tu lado de cualquiera de las formas, siendo amigos, estando más o menos cerca (la distancia, la puñetera distancia), echándote un cable siempre que lo necesites (porque la mano no sólo se tiende en momentos de necesidad física, sino también moral y anímicamente). Ya formas parte de esa alegría que copa mis días y también mis noches y sabes del beneficio que estás infundiéndome porque para eso me he encargado de decírtelo. Me aterra pensar más allá de todo esto, me da pavor, porque siento que si lo pienso voy a perderte. Y eso sí que es lo que no quiero, que también lo tengo claro.

Pero no te voy a negar que has removido aguas en mi corazón que desde hace tiempo permanecían en calma. 

Ahora viene lo que pienso, que no es ni más ni menos que no hacer absolutamente nada, dejarme llevar por ti y por el tiempo. Soy consciente de las barreras, las físicas y las personales, las tuyas y las mías. Por eso, creo que debo respetarte. Porque mi libertad termina donde empieza la tuya y sabes que jamás me perdonaría traspasar esa indispensable barrera.

No quiero extenderme más, no sé cómo explicarme mejor... 

La única certeza que tengo es que así, como ahora, ya, te quiero mucho.