Ver la luz de este atardecer es como recordar uno a uno tus besos. Es evocar en las yemas de mis dedos una por una las caricias que fui dejando en tus manos y en tu rostro. Las llevo escritas a fuego porque así es como se marcan las cosas que se hacen con el alma.
El cielo me trae las luces de tu sonrisa, el eco suave de tus palabras, la tranquilidad que me transmites con tu presencia.
El agua mansa me recuerda la ternura de tus manos, el calor de tus brazos y la suavidad de tus caricias.
Ójala no se quede todo en un recuerdo y pueda volver a ser pronto, muy pronto...
Calahonda, costa de Granada. Foto E. Moreno.