Cada vez que me separo de ti es como si me arañaran el corazón de arriba a abajo muy lentamente, como cuando te hurgan en una herida importante ensañándose con ganas. Me quedo lamiéndome los labios, buscando hasta el último sabor que me dejas, el que me llena de vida y me hace seguir.
Sabes que me quedaría por siempre, pues a tu lado me siento libre, me siento yo, sin ataduras, con la firme convicción de que es lo que quiero, con tus tiempos que respeto a pies juntillas porque no se puede querer sin respetar primero.
No te haces idea de cuántas veces pienso en sustituir esa soledad que jamás te abandona. Ni de las veces que al cabo del día cuento los kilómetros y los maldigo infinitas veces uno a uno. Ni las ganas que me entran de mandarlo todo a la mierda y liarme la manta a la cabeza. Ni tampoco la de veces que te pienso haciendo tus cosas, trabajando o durmiendo. Y recuerdo tus besos mientras me recorre un escalofrío intenso por todo el cuerpo que me estremece de pies a cabeza.
Lo sabes, que te echo de menos siempre, te lo he dicho. Tantas veces como lo mucho que te quiero. Porque te quiero, no lo dudes.